En diciembre de 2019, la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) en su Congreso en Melbourne, Australia, decidió promover una Semana Internacional contra los Salarios Impagados. Sus Secciones acordaron llevar a cabo actividades durante la tercera semana de octubre para llamar la atención sobre el fenómeno generalizado de los salarios impagados y las herramientas que tenemos para combatirlo. Y es que si los trabajadores y las trabajadoras vamos a trabajar es para que se nos pague, no para enriquecer voluntariamente a los empresarios.
Desafortunadamente, vivimos en una sociedad donde tenemos que trabajar para ganar un sueldo para sobrevivir. Necesitamos dinero para comida, vivienda, educación, salud, etc. Muy a menudo, los salarios que ganamos son insuficientes para cubrir nuestras necesidades esenciales. Por lo tanto, cuando no se nos paga por nuestro trabajo las consecuencias pueden ser dramáticas para nosotros y las personas que dependen de nosotros.
Durante esta semana internacional queremos recordar que los trabajadores y las trabajadoras tenemos nuestras propias armas para defendernos de los empresarios.
Es muy habitual que la gente solo confíe en los tribunales para resolver los conflictos laborales. Las leyes difieren de un país a otro y, aunque es importante conocerlas, no podemos confiar en ellas. A menudo, no son suficientes para protegernos.
Imagina que trabajas sin contrato, ¿como demuestras que has trabajado para alguien y te tiene que pagar? Y si no tienes contrato y te despiden, ¿como exiges la indemnización y la prestación por desempleo si es que la ley te reconoce este derecho? Y cuando te obligan a hacer horas extras y no las pagan, ¿a caso esto no es trabajar gratis? Y si en tu contrato pone que trabajas de peón pero en realidad eres un experto operarios de maquinaria con alta cualificación ¿se te está pagando lo que exige el convenio colectivo, si es que existe? Y si eres una mujer que cobra menos que un hombre que hace el mismo trabajo ¿no es eso un impago parcial del salario? Y si estás acabando tus estudios universitarios y estás trabajando como becario por un sueldo muy bajo porque en teoría estás aprendiendo pero en realidad haces el mismo trabajo que cualquier otro compañero con más experiencia, ¿no te están engañando? Y si te pones enfermo y no tienes derecho a una paga por enfermedad, ¿es culpa tuya? ¿no no necesitas el dinero? Y si te despiden cada año en junio y te contratan de nuevo en septiembre ¿quien te paga a ti las vacaciones? Y si solo encuentras trabajos temporales una semana cada 2 meses, ¿a caso tus hijos no comen cada día?
Y es que la ley no está hecha para protegernos, sino para ponerle las cosas fáciles a los empresarios. Ellos son los verdaderos promotores de las leyes, no los diputados de los parlamentos. Es por eso que nosotros no luchamos por lo que es legal sino por nuestros intereses. Y lo hacemos enfrentándonos directamente con quien nos ataca y nos trata como personas sin derechos.
Porque aún que la ley a veces nos dé la razón, la mayoría de veces no exigimos que se respeten nuestros derechos porque nos sentimos solas y tenemos miedo de perderlo todo. Nos sentimos solos porque los Estados, con la ayuda de sindicatos controlados por partidos políticos, han logrado que los trabajadores y las trabajadoras no confiemos en la auto-organización y en la solidaridad para defendernos. Los empresarios prefieren que los conflictos laborales se solucionen negociando con representantes profesionales de los trabajadores porque saben que a los representantes se les puede comprar pero es imposible comprar a un grupo de trabajadoras y trabajadores que deciden en sus propias reuniones como luchar contra el patrón.
Si queremos defender nuestros intereses debemos socializar la lucha para que toda la comunidad sepa que problemas sufrimos y así podamos desarrollar un sentimiento de solidaridad al darnos cuenta que nuestros problemas son los mismos problemas de nuestros vecinos.
Los empresarios tienen que ver que cuando dejan de pagar a un trabajador o una trabajadora no se enfrentan a un individuo aislado, sino que se enfrentan a una comunidad solidaria dispuesta usar sus propias armas.
No podemos confiar en el diálogo con los empresarios para defendernos. Pues no debemos olvidar que a los empresarios solo les importa el dinero y la forma de luchar contra ellos es hacerles perder beneficios. ¿Y como le hacemos perder dinero a un empresario? Dejando de trabajar para él, dejando de comprar lo que vende y destruyendo físicamente la infraestructura que les permite producir y vender. En otras palabras: huelga, boicot y sabotaje. Estas son nuestras armas.
Pero no nos engañemos, no luchamos un "salario justo", porque el sistema salarial se basa en la explotación y la obtención de beneficios. Los empresarios te contratan porqué te necesitan para ganar dinero y siempre van a pagarte una pequeña parte de todo el dinero que tu trabajo les ha hecho ganar.
La lucha diaria contra los salarios impagados es una respuesta directa a un problema inmediato. Aunque la consideramos una lucha defensiva, al mismo tiempo forma parte de nuestra lucha a largo plazo por un cambio profundo en la sociedad para impedir que unos vivan del trabajo de los otros. Y a este cambio radical de la sociedad le llamamos revolución social.
El mundo en el que vivimos está lleno de sufrimiento causado por las desigualdades sociales, económicas, raciales y de género. La economía capitalista está causando una crisis climática que está destruyendo el planeta. Esta es la realidad para miles de millones. Sin embargo, el problema no son un puñado de individuos codiciosos o malvados. Por un lado, el problema es una economía basa de en los beneficios, y no en las necesidades de las comunidades: el capitalismo. Por otro lado, el problema son las jerarquías de todos los niveles de la vida social las que nos dividen artificialmente y son fuente de desigualdad y opresión. Y no debemos olvidar que el estado siempre ha sido un fiel aliado del capitalismo y que nunca será un instrumento para la justicia social, aún que algunos socialistas crean que el estado nos traerá la igualdad y la libertad.
Si queremos un mundo diferente, tenemos que construir una nueva sociedad y una nueva economía centrada en las necesidades de las personas y no en las necesidades del capital. Y para vivir vidas felices y dignas y desarrollar nuestras capacidades, no necesitamos ni capitalismo ni estado.
Así es como lo vemos. Si lo ves de la misma manera, ponte en contacto con el grupo de la AIT más cercano. Construyamos algo juntas. La lucha contra los salarios impagados es sólo una de las muchas en las que participamos y ganamos gracias a la acción directa, la solidaridad y el apoyo mutuo.
El Secretariado Internacional.