Declaración del grupo East Bay Group - Workers Solidarity Alliance
El alcance sin precedentes del levantamiento de la semana pasada refleja el descontento extendido a varios niveles, así como el desprecio y las críticas generalizadas por el papel racista y represivo de la policía como institución en los Estados Unidos. El motivo princial de las protestas es otro asesinato de una persona negra a manos de la policía, pero en las protestas se han mencionado otros asesinatos recientes de personas negras por parte de la policía.
Exigimos justicia para George Floyd, Breonna Taylor, Ahmaud Arbery y otros cientos de personas negras asesinadas por la policía el pasado año. Desde el disparo a quemarropa a Oscar Grant en 2009 la policía ha disparado y asesinado a más de 200 personas en el Área de la Bahía de San Francisco (California). Es el caso de Mario Woods, Alan Blueford, Kenneth Harding Jr, entre otros. Solo en los últimos días la policía de Vallejo ha disparado y asesinado a un joven que estaba de rodillas y con las manos en alto. Sin embargo, en la última década, a pesar de los numerosos disparos de la policía, ningún policía de Vallejo ha sido sancionado por el uso de la fuerza con consecuencias mortales.
El problema está profundamente arraigado en este país. La policía goza desde hace mucho tiempo de una inmunidad penal especial y se le ha dado carta blanca para mantener a raya a las clases más bajas. La primera fuerza policial profesional en los Estados Unidos se creó en 1790 en Charleston, Carolina del Sur, con el propósito de tener a los esclavos bajo control. En el norte la primera policía a sueldo vino de la mano del capitalismo industrial, junto a una “peligrosa” clase de trabajadores asalariados sin propiedad empleados en las primeras fábricas, propensos a disturbios y huelgas por el desempleo y la escasez de alimentos. Así, la policía se estableció con la doble función de proteger tanto la supremacía blanca como la opresión de clase.
Los presupuestos locales en los Estados Unidos están llenos de enormes partidas para ruidosas armas y Humvees, chalecos antibalas e incrementos presupuestarios interminables, mientras que las partidas destinadas a la policía por la Cámara de Comercio son intocables, se destina menos dinero para los servicios públicos que puedan proporcionar vivienda, asistencia sanitaria y educación.
Aunque la policía se recluta frecuentemente entre la clase obrera, no son más obreros que los supervisores, encargados y gerentes que nos vigilanen los puestos de trabajo. Los policías son los supervisores de las calles, forman parte de la burocrática clase controladora que incluye a cargos intermedios, jueces, fiscales, abogados de empresas y mandos militares.
Parte de la posición institucional de la policía en los Estados Unidos proviene de su distanciamiento de cualquier control real de la sociedad y los privilegios especiales de los sindicatos de la policía existen para apoyar el papel represivo de la misma. Es por ello que los "sindicatos" de la policía pueden negociar sobre las medidas disciplinarias y participar en las investigaciones oficiales de la violencia e ilegalidad policial. Esto les ha permitido esquivar la presión popular continua sobre los políticos o los jefes de policía después del último escándalo. Los sindicatos de la policía casi nunca muestran solidaridad con otros trabajadores en lucha, porque son un brazo del sistema represivo.
Los trabajadores pueden hacerles frente, como lo han hecho los conductores de autobús durante este levantamiento, negándose a transportar a policías o a detenidos. Esta es una posición que ha sido respaldada por los sindicatos de transporte Amalgamated Transit Union y el Transport Workers Union.
La abolición de la policía es por lo tanto una demanda revolucionaria. Un aspecto sorprendente del momento actual es que algunos miembros del ayuntamiento de la ciudad de Mineápolis han propuesto ahora disolver el departamento de policía de la ciudad. El concejal Steve Fletcher lo ha descrito como "un grupo de extorsionadores" que "necesita algo más que reformas". "Varios de nosotros en el ayuntamiento estamos trabajando para averiguar qué se necesitaría para disolver el departamento de olicía de Mineápolis y empezar de nuevo con una seguridad pública, no violenta, orientada a la comunidad y con un compromiso con la misma", dice.
Este levantamiento ha logrado un alcance asombroso, con grandes marchas masivas día tras día, no sólo en las grandes ciudades, sino que también se ha extendido muy lejos en los barrios periféricos del Área de la Bahía, como Walnut Creek, Clayton y Santa Rosa. No sólo en los grandes centros urbanos, sino también en las pequeñas ciudades de las grandes llanuras, como Fargo, Dakota del Norte, o en lugares como Tyler, Texas.
Una encuesta de la empresa Morning Consult afirma el 54% de los estadounidenses apoya las protestas en gran parte o en cierta medida. Este apoyo es mucho mayor que el logrado por las protestas a favor de la "reapertura" para poner fin a las medidas de protección por la pandemia, respaldadas por las empresas y con una fuerte campaña de propaganda. Estas sólo fueron apoyadas por el 22%. Según otra encuesta, tres cuartas partes de los estadounidenses consideran que el asesinato de George Floyd es una señal del problema subyacente de injusticia racial en los Estados Unidos.
El amplio apoyo que están recibiendo las protestas y la intensidad con la que se están viviendo reflejan toda una serie de aspectos que giran en torno a la mayoría de la clase trabajadora. En medio de la pandemia millones de personas han perdido la asistencia sanitaria que dependía de sus trabajos y más de 40 millones han solicitado ayudas por desempleo a un sistema de desempleo muy frágil, un tercio de los que lo han solicitado todavía no han recibido nada. Además, las desigualdades raciales también se manifiestan en la pandemia: las muertes de negros y latinos han sido mucho más altas que las de los blancos.
Las más de 150 huelgas salvajes de los últimos dos meses, autoorganizadas por los trabajadores al margen de las regulaciones sindicales, son otro aspecto del descontento actual, muchas de ellas motivadas por falta de seguridad en el trabajo, como la ausencia de equipos de protección personal. A esto hay que sumarle las huelgas de alquileres, que también están aumentando, debido a la pérdida de ingresos de la gente, que no tiene dinero para comida. Mientras tanto el congreso se centra más en conceder rescates de miles de millones de dólares a las empresas y sus intereses. Es así como en esta situación, la miserable realidad de las instituciones americanas actuales oprime a millones de personas.
Las grandes masas multirraciales de jóvenes que abarrotan las protestas están ahí en parte porque están hartos del arraigado modelo racista de violencia policial. Por ello expresan su solidaridad con las víctimas de esta violencia, pero también les interesa participar en este levantamiento porque la solidaridad multirracial es necesaria para una lucha efectiva por los cambios que les beneficiarían. Muchos ven sus nefastas perspectivas de futuro y ven la forma en que son tratados como objetos de usar y tirar por los señores del capital.